sábado, 20 de diciembre de 2014

La poesía en estos tiempos: 'El tiempo de los asesinos' de Henry Miller (a partir de Rimbaud)


Por Tesa Vigal

¿Qué es el arte? ¿cuál es su función?... Respuesta radical de Henry Miller en este librito arrebatado sobre la sustancia de la poesía, a partir de uno de sus grandes poetas: Rimbaud.


Para Henry Miller la esencia de lo creativo ("Y su lenguaje capaz de fundir el corazón y de hacer hervir la sangre") es el viaje a lo desconocido, al misterio de la vida, a la esencia de la naturaleza, y por tanto va dirigido de alma a alma ("Su meta es dar rienda suelta al espíritu"). No sólo de mente a mente. El artista es un mensajero de los dioses, como creían las culturas antiguas y "primitivas". Es un instrumento para volar y hacer volar, pero eso le convierte en solitario por su naturaleza excesiva. El arte sería lo que conmueve profundamente, lo que pone los pelos de punta y es inolvidable. Pero vivimos en un tiempo de "asesinos", porque muy poca gente (si es que hay alguien) que sienta el arte así ("Quienquiera que hoy experimente esa forma de angustia y la exprese, será considerado un romántico incurable. Nadie espera que sintamos ya de esa manera... Los humanos ya no vibran de exaltación; se retuercen y serpean de envidia y odio... La vida del humano actual es pálida y vacía").

Por el contrario abundan los adoradores de las apariencias. Es decir los que ante una apariencia formal diferente proclaman su maravilla, cuando lo aparente no existe, sólo lo parece. Y no existe porque el fondo no es diferente y por tanto su forma "distinta" obedece sólo a lo artificial
. Pero es más sencillo y asusta menos que lo auténtico, aunque justo eso es lo que la gente en el fondo añora. En la actualidad se enaltece lo banal, lo gratuito, por eso es un tiempo de asesinos.

Sobre Rimbaud dice: "De cualquier manera que se interprete su obra o se explique su vida, está más vivo que nunca. Y el futuro le pertenece aunque no haya futuro". Este es un libro imprescindible para todo aquel a quien le interese, apasionadamente, el arte. Igual que Miller se siente hermanado con la visión creativa de Rimbaud, yo a mi vez me siento hermanada con ella, y como mis pobres palabras no llegarían quizá a expresarlo por completo, cedo la palabra a sus frases directas. De ahí la abundancia de citas, quitándome el sombrero con vértigo ante su contenido revolucionario.

Para cualquiera que haya leído "Una temporada en el infierno" (con frases como: "y si no puedo expresarme con palabras paganas, prefiero enmudecer") y sepa que a continuación Rimbaud dejó de escribir, porque la poesía ya no provocaba reacciones y por tanto era inútil,  marchándose a África, en un gesto con olor desesperado, a ganarse la vida de cualquier forma (incluidas las ignominiosas como el tráfico de armas) comprenderá que ambas cosas están íntima y dolorosamente relacionadas. Sobre el tema comenta Miller: "El hecho de que sólo pudiera mantenerse intacto renunciando a su vocación es un tributo a su pureza, pero al mismo tiempo una condenación de su época". "Permitirá que sus sueños sean aniquilados, pero no mancillados. Había vislumbrado la vida en todo su esplendor y plenitud; no traicionaría esa visión convirtiéndose en un ciudadano domesticado del mundo".

Y, sin embargo, mucha gente no entiende que un poeta visionario como Rimbaud se ocupe de "cosas bajas". Rimbaud quería la “navidad” en la tierra. Miller: "Persigue lo imposible (...) como si estos sueños pudieran cumplirse. Está demasiado cargado de la energía que generan para desprenderse de ellos".


Henry Miller en su libro (único, distinto) desarrolla el punto de unión de ambas cosas y, desde esa aparente contradicción, pasa a hablar de la esencia de lo creativo y a diferenciar, por tanto, versificadores de poetas (cosa que muchos confunden, los que no quieren ahondar o carecen de suficiente sensibilidad). Alguien como Rimbaud que tiene un concepto tan alto, profundo y radical de la poesía-arte, siente especialmente en su carne el ánimo antipoético del siglo XIX que le tocó vivir, y que Miller amplía hasta la década de los 50 del siglo XX en que escribió este libro (es evidente que seguimos con el mismo ánimo en el siglo XXI): "Poseemos el conocimiento sin la sabiduría, la comodidad sin la seguridad, la creencia sin fe... El poeta es un paria, una anomalía".

Rimbaud: "El verdadero problema está en hacer monstruosa al alma". Y Miller añade: "O sea, no horrible, sino prodigiosa". "No puede vivir con sus ideales a menos que éstos sean compartidos, pero ¿cómo comunicarlos si no habla el mismo idioma que su prójimo?... El soñador debe contentarse con soñar, confiado en que la imaginación crea sustancia. Esa es la función del poeta, la más alta porque lo conduce a lo desconocido, a las fronteras mismas de la creación". Y si la poesía no ayuda a cambiar y liberar al ser humano, no tiene sentido; mejor dicho, es mentira su sentido trascendente. Y si es mentira su trascendencia es mentira todo lo sublime y por lo tanto lo único auténtico es responder renunciando a escribir. Rimbaud no puede hacer concesiones, un poeta auténtico como él no puede hacerlas y de ahí su reacción desesperada y su insulto que esconde un gran dolor: a la mierda la literatura, si el mundo es sólo barro hediondo qué importa que uno se hunda en él...

Libro sin concesiones. Radical, apasionado y diferente de verdad, no sólo en apariencia. Porque lo diferente es una voz única y surge del alma, no de un propósito de provocar, ni de cualquier otro tipo de esnobismo, que es en lo que nadan multitud de "artistas" en busca de un lugar en la cumbre, es decir falsos artistas. Porque el arte nace de una necesidad inevitable, desde lo más profundo. Por eso va de sensibilidad a sensibilidad y no se trata de cultura y mucho menos de erudición ("El lenguaje del poeta corre a la par de la voz interior cuando ésta aborda la infinitud del espíritu. A través de este registro interior, el hombre sin lenguaje, por decirlo así, se pone en comunicación con el poeta. No se trata de una cuestión de educación verbal sino de desarrollo espiritual").


Palabras tan radicales como: "Ser poeta fue en un tiempo la vocación más alta, hoy es la más vana... Porque el poeta mismo no cree ya en su misión divina". Por supuesto explicaré, para quien no conozca a Miller ni a Rimbaud, que nada tiene que ver ese "dios" con ningún dios de ninguna religión institucionalizada, sino con el Gran Espíritu como dirían los indios: "Todo el interludio cristiano no ha sido sino una negación de la vida, una negación de Dios, una negación del espíritu".

Abrazar la creación entera, la luz y la oscuridad y fundirlas para ir más allá, siempre más allá: "Una indescriptible nostalgia de lo desconocido, el deslumbramiento de lo infinito".  Como ya he dicho este libro lo escribió Miller en los años 50 del siglo XX. Me hubiera gustado saber lo que pensó sobre el movimiento contracultural y rockero de los 60 y 70, pues en él hay un intento (unas veces logrado y otras no) de volver al origen catártico del arte y a su función global y tribal (en toda la profundidad de la palabra). Pero sus palabras y, por supuesto, la obra de Rimbaud siguen vigentes con una escalofriante actualidad. En España está editado por Alianza editorial. Y, por supuesto ‘Una temporada en el infierno’ de Rimbaud.

A los valientes y a los románticos (es decir, soñadores por suerte o por desgracia), les deseo una fructífera y apasionante lectura. Al resto les deseo que se escandalicen lo suficiente para que algo se mueva en su vida.
  

     

No hay comentarios:

Publicar un comentario